lunes, 6 de abril de 2015

Villalba en la mochila IV. La Cascada del Covacho.

Recupero una sección a la que he dedicado varias entradas aprovechando la llegada del buen tiempo y que llega la época para poder disfrutar de las mismas. Se trata de la sección Villalba en la mochila.

En este caso nos vamos a explorar la Sierra de Hoyo hasta la Cascada del Covacho.  Se trata de una ruta de dificultad media - baja, a la cual la podremos añadir más o menos dureza en función del punto de partida. La altimetría que ilustra esta entrada tiene como punto de salida y llegada el Parque Peñalba.

Aunque practicable durante todo el año, no recomiendo hacerla en los meses de más calor por la ausencia de zonas de sombra y de fuentes en las que poder tomar agua. En las épocas de hielos o más lluvia, el cruce del arroyo puede estar un poco embarrado, pero no es especialmente problemática en este aspecto. Casi el 100% de la ruta discurre por caminos anchos y sin obstáculos, solo a la hora de llegar a la cascada el terreno es más pedregoso y habrá que estar un poco atentos a los posibles resbalones.

Así pues, comenzamos la ruta adentrándonos en la urbanización La Cerca a la cual accederemos por su zona norte y tomaremos la calle que sale dejando las pistas de tenis y piscina a nuestra derecha. Nuestro objetivo no es otro que llegar a una puerta que comunica esta urbanización con El Mirador de la Sierra, pues es desde la carretera de esta urbanización desde la que accederemos a la parte principal de la ruta. La puerta es fácilmente identificable, pues tiene unos hierros para evitar el paso de ganado.

Justo al terminar la carretera de El Mirador de la Sierra nos encontramos con un camino empinado que es el comienzo de la parte más interesante de esta ruta. El kilometro que hemos recorrido hasta ahora nos habrá servido para entrar en calor, pues la parte más dura de esta ruta está justo en el principio de este camino de tierra que en poco más de un kilómetro nos dejará en la cota más alta de todo el recorrido.

Atravesaremos una barrera que impide el tráfico de los vehículos a motor pero en ningún momento abandonaremos este camino. Cuando llevemos cerca de un kilómetro, veremos una finca con un vallado bastante cuidado con una pared de piedra y alambrado. Es muy posible que allí tengamos un curioso espectador de nuestras andanzas, pues esa finca está habitada por un avestruz, al parecer es el único que queda de un grupo de cuatro o cinco que llegó a haber. Supongo que se trataría de algún capricho del propietario o de algún regalo exótico. Lo cierto es que el animal tiene pinta de ser ya bastante mayor por lo poco lucido de su plumaje, pero no tengo ni idea de la longevidad de estos animales traídos desde tan lejos.



Esta finca la bordeamos con un pequeño giro a la derecha, pero no hay perdida, pues hasta ahora no hemos tenido la posibilidad de abandonar el camino principal. Aunque al poco de pasar esta finca nos sale un desvío por la izquierda, seguiremos por el camino principal y ya comenzaremos la bajada, que de vez en cuando se verá salpicada por algún pequeño repecho.

Habremos ido girando poco a poco hacia la derecha, mientras que a nuestra izquierda la pared granítica nos ofrece un paisaje imponente que nos recuerda a La Pedriza. Aunque el camino tiene varias casetas del Canal de Isabel II, la mejor orientación nos la proporcionan las torretas de alta tensión que tendremos a nuestra derecha. Pese a que en un principio pueda parecer que nos alejamos de ellas, al final el camino girará a la derecha hasta que pasemos justo por debajo de ellas, más o menos cuando llevemos 4 kilómetros desde que salimos. Antes habremos cruzado el Arroyo del Endrinal.

Es justo cuando pasemos bajo estas torres de electrificación, que bien pudieron ser fabricadas en MADE, cuando nos desviaremos por el camino que sale a la derecha, que no tiene perdida, pues una piedra justo en el centro del mismo y un pequeño pinar que atravesaremos unos metros después, nos servirán para orientarnos.

Seguiremos ese camino y tras poco más de un kilómetro el camino pasará a ser una gran zona de piedra con una bajada que nos dejará en el arroyo de la cascada. Desde arriba podemos ver otros caminos provenientes de Hoyo de Manzanares que confluyen en el arroyo. Nosotros solo tendremos que remontar unos pocos metros para disfrutar del paisaje que nos ofrece la cascada.

Cuando volvamos de camino a nuestro punto de partida, podremos disfrutar de las vistas que hemos dejado a nuestras espaldas en el camino de ida. El Valle de los Caídos, el Escorial con su monasterio y ya más cerca, una perspectiva de nuestro pueblo y de algunos de sus puntos más emblemáticos como la dehesa sobre la que ahora destaca el vecino edificio del hospital.  Unas vistas que solo pueden ser superadas por las aves rapaces que suelen sobrevolar la zona y de las que con casi toda seguridad divisaremos alguna a poco que alcemos la vista, pues los buitres merodean mucho por la zona.


En definitiva, una ruta que podemos hacer sin demasiados problemas y que en poco tiempo te lleva a un enclave singular desde el mismo centro de nuestro pueblo.


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